El título suena a oxímoron, pero en Argentina es posible.
El gobierno nacional ha congelado (o casi) el precio del dólar (oficial), el de los combustibles, las tarifas de energía, los precios del transporte de pasajeros (en esto último, Horacio y algunos más colaboraron).
¿Plazos? Variables. ¿Anunciado formalmente? No en todos los casos.
Aunque resulte paradójico, los congelamientos ayudarán a que tengamos un “veranito”. Los índices de precios marcarán valores más moderados que los que hubiéramos tenido sin esta «intervención».
Las tasas reales negativas frente a la inflación desincentivarán la inversión en instrumentos financieros y hará que muchos pesos se dirijan al consumo. ¿La consecuencia? Más veranito.
¿Y si era tan fácil por qué no lo hicieron los otros? Las prioridades cambiaron, dirán los oficialistas. Todo tiene pros (aunque el término en singular haya caído en desuso por razones políticas) y contras.
Para tomar un solo ejemplo, veamos el caso del congelamiento de los precios de los servicios públicos:
+) deja más dinero a los consumidores para “otros usos”, al no tener que pagar más por la factura (de lo que sea, energía eléctrica por ejemplo). Ese dinero se dirige, en muchos casos, al consumo;
+) mejora las cuentas de las empresas consumidoras de esos servicios;
-) desincentiva inversiones en el sector “congelado”;
-) “subsidia” a todos, aún a los que no lo necesitamos;
-) no permite que el “sistema de precios” emita señales eficientes, impulsando un mayor consumo de esos servicios (es más “barato” dejar la luz prendida);
-) el mayor consumo tiene consecuencias ambientales negativas (a las que antes no les prestábamos atención);
-) desmejora las cuentas públicas por el aumento del subsidio que (en parte) habrá que darles a los productores;
+/-) reduce los índices de precios al inicio, pero se incuba un “ajuste” que habrá que hacer al salir del congelamiento.
En estos congelamientos es sencillo entrar, pero complicado salir.
¿Y entonces? Este combo tranquiliza el presente (aunque el futuro despierte dudas), mientras el gobierno espera que no se le complique uno de los partidos básicos (“más chivos”, decíamos en el arbitraje) que está jugando en silencio: la renegociación o reperfilamiento (con alguna quita) de la deuda.
Después del verano, llegará el otoño.
Hasta la próxima.
Muy certero comentario de la realidad económico-financiera que nos toca vivir en este verano del 2020. Tal como estamos acostumbrados a leer en los comentarios de los días lunes de Carlos!
Muchas gracias Luis!!
Uno de los temas tenemos que pasar el invierno ❄️ o es muy antiguo mi razona miento, en síntesis hay que esperar los brotes verdes de la primavera humm , un nuevo camino.
Gracias Rubén! Abrazo