La comunicación del Banco Galicia me llegó el 25 de febrero. La institución, en la que cobro la jubilación desde el año pasado, me pide que demuestre, una vez por mes, que sigo vivo.

A confesión de partes, relevo de pruebas: al transferirle ese rol a los Bancos (el de verificar que quienes cobramos estamos vivos), el Estado Nacional y los Estados provinciales están declarándose impotentes.

¿Para qué debo demostrar que (aún) no he fallecido? Para cobrar la jubilación.

¿Sospechan de mi posible deceso por edad o porque piensan que es difícil vivir de una jubilación (normal, no de privilegio) del Estado Argentino? No lo sé. Y no especularé al respecto.

¿Cómo debo demostrar que sigo vivo? Me dan cuatro alternativas, una de las cuales es hacer una compra en farmacia o supermercados, y abonarla con tarjeta de débito.

¿Estado presente o impotente?

¿Les suena lógico todo esto de la Fe de vida? A mí, no.

Los Registros Civiles de cada una de las veinticuatro jurisdicciones provinciales son responsables de inscribir las defunciones.

Y de comunicárselas al ANSES, que depende del Estado Nacional, para que este (el ANSES) no le acredite la jubilación o pensión a quien no corresponde.

Cuando se obliga a los bancos a solicitar una información que el Estado debería proveerle, se generan por lo menos dos situaciones:

-trámites innecesarios y pérdidas de tiempo, a quienes ya no nos queda tanto tiempo y

-la declaración de Estados impotentes.

Permitime recalcarlo: los Estados impotentes, que no cumplen con funciones básicas, duplican costos. No es gratis la Fe de Vida, ni para los bancos (privados o públicos) ni para nosotros. Alguien vuelve a pagar lo que suponíamos que el Estado había resuelto con nuestros impuestos.

Mientras vos leés este posteo, en algún lugar de la Casa Rosada o de Olivos o en alguna capital de provincia, el presidente y/o algún gobernador o gobernadora, están firmando un decreto creando algún nuevo organismo. Nacional o provincial.

Tenemos Estados, nacional y provinciales, cada vez más pesados. Y costosos. E impotentes.

Hasta la próxima.