Monólogo de la Deuda Argentina

¡Hola! Soy la Deuda Argentina. Siento angustia por generar angustia y a alguien se lo tenía que contar. Necesitaba hacer catarsis.

Mauricio, Marcos y Nico me hacen sentir importante. Por mí dejaron de pensar en todas las otras: pobreza, crecimiento, distribución del ingreso y muchas (y muchos) más. A MM le agradezco que me haya puesto en el candelero de nuevo. A Nico lo quiero y nunca le recuerdo cómo explicaba que cerraba el modelo: el crecimiento de la economía reducía deuda, gasto y otras variables en términos de PBI. Al FMI le debo (¡qué paradoja!) que el 2019 pinte bastante más tranqui.

No me vengan con que el déficit fiscal primario (antes de intereses) es más importante que yo. No. A él llegaron porque yo no podía dar más, pues necesitaban darme un respiro. Si los hubiera seguido satisfaciendo (¡cómo extraño las fiestas que nos hacíamos!) no me hubieran abandonado jamás. Y menos con la elección de este año por delante.

Tengo una esperanza: si mis … se abrieran (olvidé poner mercados), volverán a mí y hasta se animarán a decir que pueden tener una relación más flexible con el déficit fiscal. En nuestro poliamor, él pasará a ser el amante y yo, la oficial.

¿Qué me miran los que me buscan? Todo, pero sobre todo tasas (riesgo país incluido), la moneda en la que me visto y plazos. Con los líos que generé (y sigo haciendo) tuve que ir a terapia. Mi psi me dijo que priorice el hoy, que disfrute del presente, que el futuro no existe. Que el presente es un presente y como tal hay que vivirlo.

Hay días que me visto en dólares, con letes de corto plazo. Y, cuando me pongo esa ropa, solo acepto salir con los que tienen dólares y no les doy bola a los que vienen con pesos. Pero no desprecio a nadie. Y sigo con instrumentos en pesos para los que les tienta el carry trade. Tasas altas en pesos y dólar planchado (o sea, promesa no siempre cumplida de tasas increíbles en dólares): con eso seduzco y me buscan. Y ya lo viví: en algún momento les agarra miedito o consideran que ya gozaron lo suficiente, se van y “si te he visto no me acuerdo”.

¿Siempre fui de relaciones cortas? No. Antes me vestía con ropa más tranqui, para un vínculo de más largo plazo. Recuerdo que un día me puse el traje “de los cien años”. Pero era una exageración y terminaron asustándose.

No te voy a pedir lo que todos me piden: una devolución. Y ya lo sabés: puedo tomar posiciones activas (si me comprás) o pasivas (si me emitís). Acordate que estoy y si tenés ganas de vivir con un poco de adrenalina, llamame. Te espero.

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