Me lavo los dientes con Elgydium. Y María, mi compañera, también recurre a la misma marca a la hora de cuidar su salud bucal.
¿A qué viene esto? ¿Cuál es el problema? Que en las farmacias, hasta hace unos días, casi no se conseguía (por ser importado). El envase, que tengo a la vista mientras escribo esto, dice “Made in France”.
Aclaro, por las dudas, que este posteo no es una publicidad. Ni un chivo, dado que no hablamos de desodorantes. Es una reflexión acerca de una realidad: la que tiene que ver con las trabas a las importaciones argentinas.
Faltan dólares y traban importaciones
Faltan dólares en el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Sus reservas internacionales son escasas. Y entonces, desde el BCRA, recurren al cepo a las importaciones.
Todos lo vivimos. Con las cubiertas para vehículos o con medicamentos o con alimento para mascotas o con el Elgydium. O con lo que sea. O, peor, hay empresas que ven complicada la producción por falta de insumos importados. No hay dólares (a precio oficial) para importar para todos y todas. Hay dólares a precio oficial para unos pocos “afortunados”. Sigamos.
¿Cuál es uno de los problemas? Lo irreal del precio del dólar oficial. BCRA y Sergio Massa se niegan a convalidar un salto brusco de la divisa. Mientras tanto, en Argentina, devalúan a medida para que los productores vendan soja o para darles un mejor tipo de cambio a las economías regionales o a los turistas extranjeros que gastan acá con tarjetas de crédito de otros países o…
¿Qué pretenden evitar? Que la inflación, que hoy viene a velocidad crucero de 100% anual, aumente. Aunque, como bien señala Maxi Montenegro, el Índice de Precios Importados viene, hace rato, subiendo más que la devaluación del tipo de cambio oficial. ¿Por qué? Pues algunos importan usando dólares propios y porque el costo relevante para la toma de decisiones es el costo de reposición. Y, entonces, aunque hayan importado con dólares a precio oficial, dudan de que puedan reponer a ese costo.
El Just in Time que muchas empresas tenían como rumbo para reducir costos (por el menor costo de los activos inmovilizados) se ve complicado por la (potencial o real) falta de insumos. Ahora aparece, en las compañías, un costo mayor al de inmovilización de inventarios: el de no poder producir. ¿Y entonces? Más inventarios, compras en exceso “preventivas” y demás ineficiencias en las que hay que caer por la realidad argentina.
Los mayores «costos argentinos»
Solo por lo comentado en este posteo, ya aparecen nuevos componentes de los mayores “costos argentinos”: la “comisión” (es un eufemismo) que hay que abonar para conseguir que las importaciones se aprueben, los mayores costos por inventarios inmovilizados al haber adquirido insumos en exceso “por si después no consigo” o los terroríficos costos de las plantas paradas si no se consiguió un insumo. O los mayores precios que enfrentamos los consumidores por la ausencia de competencia externa. Mejor, dejemos acá.
Mientras tanto, en Argentina (y no en Ciudad Gótica), Alberto Fernández, Sergio Massa y Miguel Pesce siguen pateando los problemas para adelante.
Una buena, antes de cerrar: algo de Elgydium conseguimos.
Hasta la próxima.
Muy bueno tu comentario Carlos, como de costumbre. A mí me pasa casi lo mismo con la pasta de origen suizo Elmex, que suelo conseguir en la cadena de farmacias más grande de CABA. Un abrazo y a seguir apuntando hacia adelante con todas las dificultades que nos abarcan y a veces nos desbordan!
Muchas gracias Luis! Abrazo
Carlitos, tus comentarios/enseñanzas son acertados pero, lamentablemente, nuestro sempiterno problema es POLITICO.
Mientras la sociedad no resuelva eso – es decir, mientras no concientice y acuerde cuales son los caminos correctos para progresar – no tendremos fin al desbarranque endémico de este país.
Resalto «caminos correctos» por sobre «exterminar al peronismo», que había escrito pero borré, porque en materia de desvaríos económico financieros no es el único perverso. Aunque les duela a muchos que convierten la lealtad en religión, les recuerdo que Alfonsín y su radicalismo nos llevaron a una hiper después de la épica del juicio a las Juntas. Sugiero leer el libro de Juan C. Torre para entender cómo la ideología puede cavar la fosa de la economía. Y les recuerdo que cuando los militares ocuparon el poder no se desviaron mucho del camino errado: por ejemplo, fue Onganía el que benefició a los sindicatos y, creo, creó las retenciones «por única vez».
Sería interesante que la sociedad despierte de una vez. O, al menos, que lo haga la porción de ella que esté dispuesta a dar batalla , a como dé lugar, para lograr un país que valga la pena ser vivido.
Carlos, coincido totalmente. Gracias por tu aporte! Abrazo