Riesgo y aversión al riesgo, en los negocios y la vida

 

En economía (y en la vida) nos movemos hacia un futuro sin certezas. No sabemos, en general, cuál será el rendimiento de nuestras inversiones, de cuánto será la inflación del próximo mes  ni si seguiremos juntos con nuestras parejas actuales (uso el plural para indicar que nos pasa a todos, no para señalar que tenemos varias parejas al mismo tiempo).

A esa no certeza en el resultado de una inversión en negocios la llamamos riesgo. Cuanto más inciertas son las rentabilidades futuras, más riesgoso es el instrumento. Una acción (hipervínculo al artículo de acciones) de una compañía es más riesgoso que el bono de esa misma empresa, y este último más que un plazo fijo. Y otro principio clave: más riesgo se corresponde con una ganancia esperada mayor. Digo esperada pues si la utilidad fuera conocida, no existiría el riesgo y todos apostaríamos a ganador. En otras palabras: cuando corremos riesgos aspiramos a ganar más y, al mismo tiempo, quedamos expuestos a pérdidas mayores.

Ahora vayamos al otro punto de esta nota: en general somos adversos al riesgo. ¿Qué quiere decir eso? Que el “tamaño” de nuestra tristeza (permítanme la metáfora) por una pérdida de $ 100.000 es mayor que el de nuestra alegría por una ganancia de ese mismo importe. En general, entre una inversión que da una ganancia segura de $ 100.000 y una que puede generar ganancia de $ 300.000 o pérdida de $ 100.000 (con probabilidades de 50% para cada escenario), optamos por la primera aunque la ganancia esperada (pero no segura) de la segunda es también de $ 100.000. ¿Cómo decidimos los adversos al riesgo? Entre una inversión riesgosa y una sin riesgo, optamos por la primera solo si la rentabilidad esperada es mayor. ¿Cuánto mayor? Depende de cada uno; el grado de aversión al riesgo es personal. Una de las pocas preguntas que no necesito hacerle a mi psiquiatra: en general, ¿a mayor edad, más aversión al riesgo? Sí. Es más probable encontrar acciones en el  portafolio (conjunto de inversiones) de un joven y plazos fijos en el de los mayores.

Y en la vida, más allá de la economía, ¿nos pasa lo mismo? En general, sí. En una charla entre un padre y su hijo, ¿a quién imaginás con más ganas de “jugársela”? Al más pendex. Nos acordamos más de ese penal que el árbitro no nos dio hace 10 años que del que sí nos cobraron la semana pasada, aunque la supuesta falta no existió. Nos quejamos más por un plato quemado que lo que disfrutamos una exquisitez. De un “me encanta como te vestiste, qué lindas camisa y corbata, pero el pañuelo no me gustó” nos quedamos con “el pañuelo no me gustó”.

Nos pesan, en general, más las pérdidas que las ganancias, las críticas que los elogios. Ténganlo en cuenta, por favor, al opinar sobre este artículo.

¿Poner pregunta explícita como “si no sabés…., además de hipervínculo?

4 thoughts on “Riesgo y aversión al riesgo, en los negocios y la vida

  1. quisiera comentar pero en el tema economico , soy muy conservador ,siguiendo el hilo de la nota en otro aspectos no bahh eso creo . abrazo Carlos

    1. Hola Rubén! Muy buen apunte. Es fundamental conocerse uno mismo para no meterse en negocios que cuerpo y mente no se bancan. Gracias por el aporte! Abrazo

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