Susana Giménez y Marcos Galperín ya están en Uruguay. Y, según la información periodística, unos cuantos argentinos más (todos de billetera abultada) evalúan seguir los pasos de la diva y del fundador de Mercado Libre, y radicarse en la otra orilla.
Al mismo tiempo, y por lo que se sabe, no hay millonarios uruguayos que estén pensando en instalarse en Argentina. Pareciera que el flujo de residentes con guita de una costa del Río de la Plata a la otra tiene un solo sentido. Es un viaje de ida.
¿Por qué se ocupa un Blog financiero de migraciones de celebrities de Argentina hacia el Uruguay? Hacia allá vamos. A responder la pregunta. No, por ahora, a Uruguay.
La noticia es de esta semana y tuvo mucho menos espacio en los medios que los desplazamientos (supongo que en avión privado) de Su y Marcos, pero es mucho más relevante: Uruguay amplió la colocación de un bono en dólares que vence en 2031.
Primera mirada positiva (para nuestros hermanos uruguayos): pueden emitir deuda en moneda extranjera. Hay inversores dispuestos a comprar esos bonos.
Segunda mirada positiva (también para Uruguay): ese bono en dólares que vence en 2031, hoy rinde el 2,88% anual (en dólares).
El riesgo país de Uruguay es apenas superior a los 220 puntos básicos (2,2% anual). O sea que un bono uruguayo rinde, en promedio, 2,2% más que un bono del Tesoro de los Estados Unidos de América. Nada que ver con los 2.000 o 2.500 puntos básicos, alrededor de los cuales el riesgo país argentino anda dando vueltas desde hace rato.
Un toque para el optimismo argentino: algunos especialistas estiman que si salen bien las negociaciones por el refinanciamiento de la deuda (nuestra) bajo legislación extranjera, el rendimiento de los (nuevos) bonos argentinos en dólares (que nazcan tras esa negociación) rondarían el 12% anual.
Traducido: si nos va bien y el Profesor Guzmán lleva el barco “Argentina Reperfila” a buen puerto, todavía estaremos muy lejos de Uruguay en lo financiero.
Recordatorio (para nosotros, los argentinos): lo que rinde un bono en dólares está muy vinculado a la economía real. Tasas altas son sinónimo de desconfianza y actúan como barreras para la inversión. Con las tasas bajas, en cambio, pasa todo lo contrario.
Como si estuviéramos en terapia: no busquemos afuera a los responsables de nuestros males. No le echemos la culpa a Susana o a Marcos. Lo dice todo el tiempo Willy Kohan: somos nosotros.
Hasta la próxima.